Se fue uno de los últimos soñadores de Chañaral
Por: Raúl Rojas Barrera.
Hablar de René Pérez Hidalgo, es hablar del Centro para el Progreso, ése que el veía para su tierra, que tocaba y abrazaba, pero que nunca llegó.
Hablar de René Pérez Hidalgo era hablar de un Chañaral pujante, lleno de futuro, de oportunidades, generoso con el forastero, querendón de sus hijos.
Hablar con él era olvidarse de las pellejerías, de los sinsabores, era ver lo positivo de la vida, el futuro de este puerto, sus bondades y su amor por los hijos adoptivos.
Quería a esta tierra entrañablemente. Realmente quedó hipnotizado por los poderes del cerro Botín. Y como dice la leyenda, nunca más se fue de Chañaral. Quedó anclado a la bahía, sin darse cuenta de que su barco seguía navegando en mares turbulentos.
Ahora nuevamente tomó el timón del barco de la vida, ahora navega de nuevo mares afuera y desde el horizonte mira al faro, que se levanta como una verdad de esta tierra noble y generosa, que abraza y cobija al forastero y lo hace parte de ella.
Tomaste de la mano a esta tierra noble, que te dio la fuerza del amor y la ternura.
René Pérez Hidalgo fue un buen padre, un buen demócrata, pero por sobre todas las cosas, fue un gran soñador.
Dios ama al hombre verdadero, al hombre agradecido, que sabe que todo proviene de El, por esa razón los que te conocieron están seguros de que ahora tú estás a su lado, rogando por tus sueños, esos que harán grande a Chañaral.
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