Fernando , Solange y Arnerys, tres hijos de esta tierra que nos dejaron en el comienzo del verano 2009
Arnerys Contador Quiroga
Una mujer dulce, amiga de todo el mundo, murió el pasado 13 de enero, y cuando estaba próxima a cumplir 80 años de edad que no los demostraba. Era la señorita Arnerys Contador Quiroga, que durante muchos años fue la secretaria de la Parroquia de Chañaral, cuyo destacado trabajo le hizo merecedora a un premio que le envió su Santidad El Papa Benedicto de Roma. El diploma y presentes le fueron entregados en una gran fiesta de la Iglesia Católica, hace pocos meses, con motivo de la venida del Obispo de Valencia y de la mayoría de los sacerdotes valencianos que también han prestado servicios por 50 años en la Diócesis de Atacama. Entre los sacerdotes estaba el primer español que había llegado a Chañaral, el recordado y querido Juan Sanchiz.
Sin estar muy enferma, su corazón dejó de latir y se fue a los brazos del Señor. Uno de los más bellos gestos, que era un secreto guardado celosamente, es que hacía tiempo había legado su casa y otros bienes a la Iglesia.
Era hija de don Braulio Contador Lanas, contador de profesión. También destacado pianista, que tocaba en el Teatro de Los Bomberos desde la época del cine mudo, luego en películas sonoras y veladas. Su madre, fue Marta Quiroga.
Le sobreviven dos hermanos,Danlio, militar (R) y Ariel, profesor.
Sus amigas Rosa Jofré, Sonia Valenzuela y el profesor y diácono, Camilo Cruz, hicieron maravillosos recuerdos de esta mujer tan querida en nuestra ciudad, que dejó como legado un ejemplo de vida.
Solange Adaos Aracena
Una mujer dulce, amiga de todo el mundo, murió el pasado 13 de enero, y cuando estaba próxima a cumplir 80 años de edad que no los demostraba. Era la señorita Arnerys Contador Quiroga, que durante muchos años fue la secretaria de la Parroquia de Chañaral, cuyo destacado trabajo le hizo merecedora a un premio que le envió su Santidad El Papa Benedicto de Roma. El diploma y presentes le fueron entregados en una gran fiesta de la Iglesia Católica, hace pocos meses, con motivo de la venida del Obispo de Valencia y de la mayoría de los sacerdotes valencianos que también han prestado servicios por 50 años en la Diócesis de Atacama. Entre los sacerdotes estaba el primer español que había llegado a Chañaral, el recordado y querido Juan Sanchiz.
Sin estar muy enferma, su corazón dejó de latir y se fue a los brazos del Señor. Uno de los más bellos gestos, que era un secreto guardado celosamente, es que hacía tiempo había legado su casa y otros bienes a la Iglesia.
Era hija de don Braulio Contador Lanas, contador de profesión. También destacado pianista, que tocaba en el Teatro de Los Bomberos desde la época del cine mudo, luego en películas sonoras y veladas. Su madre, fue Marta Quiroga.
Le sobreviven dos hermanos,Danlio, militar (R) y Ariel, profesor.
Sus amigas Rosa Jofré, Sonia Valenzuela y el profesor y diácono, Camilo Cruz, hicieron maravillosos recuerdos de esta mujer tan querida en nuestra ciudad, que dejó como legado un ejemplo de vida.
Solange Adaos Aracena
Con mucho dolor fue despedida en el Cementerio de nuestra ciudad la joven funcionaria de la Ilustre Municipalidad, Solange Scarlet Araos Aracena, de 29 años de edad.
Había nacido en este puerto el 10 de junio de 1979 y su fallecimiento, originado por un cáncer, ocurrió en la víspera de año nuevo. Muchos fueron los esfuerzos personales, el apoyo de su madre, esposo (Ricardo Cortés Cortéz, demás familiares y de quienes le trataron en el área médica por revertir la situación, pero su joven y resistente corazón fue abatido por la cruel enfermedad.
Scarlet, de muy buenos sentimientos, daba amor y protección a los demás. Su trabajo en la Municipalidad estaba centrado en la gente más carente de recursos del programa Puente, donde se esmeró en realizar una buena labor. También participaba activamente en los programas de paseos y giras de las personas de diversos programas sociales.
Solange Scarlet era ante todo una persona muy responsable con su trabajo, que le significó siempre ser muy bien evaluada . Su madre, María Aracena, muy católica y de vasta labor con los más desposeídos, fue el espejo donde se reflejó.
La señora María Aracena, dijo: “Ella fue una buena hija, hermana, tía y esposa. Dios ha de tenerla en su Santo Reino. Le amaremos por siempre”.
Había nacido en este puerto el 10 de junio de 1979 y su fallecimiento, originado por un cáncer, ocurrió en la víspera de año nuevo. Muchos fueron los esfuerzos personales, el apoyo de su madre, esposo (Ricardo Cortés Cortéz, demás familiares y de quienes le trataron en el área médica por revertir la situación, pero su joven y resistente corazón fue abatido por la cruel enfermedad.
Scarlet, de muy buenos sentimientos, daba amor y protección a los demás. Su trabajo en la Municipalidad estaba centrado en la gente más carente de recursos del programa Puente, donde se esmeró en realizar una buena labor. También participaba activamente en los programas de paseos y giras de las personas de diversos programas sociales.
Solange Scarlet era ante todo una persona muy responsable con su trabajo, que le significó siempre ser muy bien evaluada . Su madre, María Aracena, muy católica y de vasta labor con los más desposeídos, fue el espejo donde se reflejó.
La señora María Aracena, dijo: “Ella fue una buena hija, hermana, tía y esposa. Dios ha de tenerla en su Santo Reino. Le amaremos por siempre”.
Fernando Mora Andrade
Cincuenta y seis años de edad tenía al fallecer recientemente Fernando Mora Andrade, quien pasó su infancia en este puerto, para después continuar con sus estudios en la Escuela Militar donde se graduó de alferez. Luego estudió en la universidad, en Punta Arenas. Fernando, que era un idealista, fue prisionero en el golpe militar, a los 21 años de edad, y llevado a la Isla Dawson, donde estuvo con los principales jerarcas de la Unidad Popular. Su familia no sabía de su paradero y el oficial de la marina, Leopoldo Vásquez, que llegó en una nave a la desolada isla, lo reconoció y lo ayudó para su liberación, lo que ocurrió un año después.
Con la tristeza a cuestas, luego de un primer fracaso romántico, vio encender nuevamente de luz su corazón al enamorarse en las idílicas playas de Portofino. De esa unión nacieron sus hijos, que amaba, Pablo Mora Schampcke (4º) medio y Pamela Mora Schampcke (universitaria). De su primer matrimonio tuvo una hija, Mariela Mora Aramburú, a quien también tenía muy presente en su corazón.
Fue hijo y nieto de un diplomático de carrera y embajador en Francia. A Chañaral llegaron con sus hermanos Gaspar y Guillermo y su madre, Guillermina Andrade, químico farmacéutica (Farmacia Andrade) Fernando, luego de la experiencia de la prisión, continuó estudiando y se tituló con distinción como ingeniero civil químico. Buen conversador, buen amigo, era un hombre muy culto, “devorador” de libros, que respetaba a todos los seres humanos, no importando que pensarán diferente a él. Un cáncer a la garganta fue minando poco a poco su vida, desde el verano del 2008 y soportó la enfermedad con mucha valentía. Pidió, como su máximo deseo, que sus cenizas fueran esparcidas en Portofino, la playa donde la luna y el sol, sus aguas turquesas y un corazón de mujer, arrancaron las más poderosas emociones de su vida y donde vivió crecer, verano a verano, a quienes hoy son sus jóvenes hijos.
Sus deseos serán cumplidos, cuando se cumpla un año de su muerte. ¡Adiós, amigo!
Cincuenta y seis años de edad tenía al fallecer recientemente Fernando Mora Andrade, quien pasó su infancia en este puerto, para después continuar con sus estudios en la Escuela Militar donde se graduó de alferez. Luego estudió en la universidad, en Punta Arenas. Fernando, que era un idealista, fue prisionero en el golpe militar, a los 21 años de edad, y llevado a la Isla Dawson, donde estuvo con los principales jerarcas de la Unidad Popular. Su familia no sabía de su paradero y el oficial de la marina, Leopoldo Vásquez, que llegó en una nave a la desolada isla, lo reconoció y lo ayudó para su liberación, lo que ocurrió un año después.
Con la tristeza a cuestas, luego de un primer fracaso romántico, vio encender nuevamente de luz su corazón al enamorarse en las idílicas playas de Portofino. De esa unión nacieron sus hijos, que amaba, Pablo Mora Schampcke (4º) medio y Pamela Mora Schampcke (universitaria). De su primer matrimonio tuvo una hija, Mariela Mora Aramburú, a quien también tenía muy presente en su corazón.
Fue hijo y nieto de un diplomático de carrera y embajador en Francia. A Chañaral llegaron con sus hermanos Gaspar y Guillermo y su madre, Guillermina Andrade, químico farmacéutica (Farmacia Andrade) Fernando, luego de la experiencia de la prisión, continuó estudiando y se tituló con distinción como ingeniero civil químico. Buen conversador, buen amigo, era un hombre muy culto, “devorador” de libros, que respetaba a todos los seres humanos, no importando que pensarán diferente a él. Un cáncer a la garganta fue minando poco a poco su vida, desde el verano del 2008 y soportó la enfermedad con mucha valentía. Pidió, como su máximo deseo, que sus cenizas fueran esparcidas en Portofino, la playa donde la luna y el sol, sus aguas turquesas y un corazón de mujer, arrancaron las más poderosas emociones de su vida y donde vivió crecer, verano a verano, a quienes hoy son sus jóvenes hijos.
Sus deseos serán cumplidos, cuando se cumpla un año de su muerte. ¡Adiós, amigo!
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