miércoles, 4 de marzo de 2009

REPORTAJE REGIONAL, VIAJANDO DE CHAÑARAL A CHAÑARAL











Arriba, Susana Flores, el escritor Omar Monroy y su esposa, Vivi Avila de Monroy. Enseguida: Juana Rosson de Matulic, Ivo Matulic y su ahijada, y una vista de Chañaral de Aceituno, y la plaza de Carrizalillo, que queda cerca de la costa

Viajando de Chañaral a Chañaral
Por Pedro Serazzi
Queríamos hacer un viaje diferente, salir de Chañaral y llegar a otro Chañaral, y fue posible. El otro queda casi en el límite con la IV Región, donde está la isla Chañaral, famosa por la presencia de delfines y pingüinos. Se sitúa al oeste de Domeyko, casi a 90 kilómetros de la Ruta 5. Todo dependía del estado del camino, para que el automóvil Kia no se golpeara más de la cuenta y se me informó que el camino tenía “bischofita” (Cloruro de Magnesio Hexahidratado).
. La noticia, a través de fuentes del MOP fue positiva e hicimos el viaje, este verano 2009, sin inconvenientes, por un camino en general muy bueno. Ïbamos en dos vehículos, el autor de este reportaje, junto a Susana Flores en un automóvil Kia y Monroy y señora en un todo terreno. El equipo de viaje lo integraban, además, Susana Flores, Omar Monroy y Vivi Avila de Monroy.
Nuestro itinerario era ese punto, para continuar conociendo la costa de nuestra región, que exceptuando Los Choros e isla Damas (a sólo cinco kilómetros de Carrizalillo), nos permitió en este momento el conocer el 99 por ciento de la costa regional. El viaje de regreso, lo hicimos, cuatro días más tarde, escaladamente, por la nueva ruta – también de Bischofita – por la ruta Huasco- Caldera, casi terminada, sólo falta un puente – en construcción - en Carrizal Bajo, con un corto desvío provisorio.
El sábado 10 de enero recorrimos en ambos vehículos cerca de 430 kilómetros, saliendo desde nuestro Chañaral, al otro Chañaral (de Aceituno). Llegamos a un camping cerca de las 23 hrs, luego de seis horas de viaje. El sitio, por familia tiene un valor de $ 4.000, sin pago extra de ducha o baños. Luego de un reperador café y sándwich a dormir. Al otro día salimos de nuestras carpas con un paisaje maravilloso, al frente de Caleta Chañaral la imponente isla del mismo nombre (que es muy grande). La caleta, con buena bahía y lugares de natación, tiene un pequeño poblado. La gente vive de los productos del mar. Los mariscos son grandes y abundantes. La gente es amable y allí uno queda desconectado de teléfonos celulares. Existe un minimarket, kioscos y otros pequeños negocios, además de restaurantes. El tour a la isla es caro, $ 50.000, en pequeñas lanchas o faluchos. El lugar es hermoso, muy publicitado por la TV, pero se advierte que le falta más vida y un turismo más atractivo. No hay oficina alguna de turismo o informaciones. Incluso hasta el camping es apenas atendido una hora, sólo para cobrar y un rápido aseo. Una vecina del sector nos dijo al llegar: “Entren, la puerta esta abierta y mañana alguien les tendrá que cobrar”.
Chañaral está cerca de Carrizalillo, unos 5 kilómetros más al sur; y Caleta Carrizal (no confundir con Carrizal Bajo). Otra caleta hermosa, pero con un poco menos de vida. La vida se advierte más relajada en ese lugar, entramos a un restaurante y le dije a la dueña (era hora de almuerzo):
“Deseamos comer pescado”. Respondió:
- “Yo también quiero comer pescado, pero los pescadores anoche se cayeron al vino y nadie salió a trabajar. Vayan donde Johny, en Caleta Chañaral»..
Donde Johny sí que comimos exquisito congrio extra por $ 3.500. Luego seguimos a Carrizalillo, un pequeño pueblo de no más de 200 habitantes, como pegado en el pasado. Hermoso, pintoresco, antiguo, con una excelente escuela y una posta de primeros auxilios y ambulancia, obras del gobierno y del municipio de Freirina, del que dependen. Es como la capital de los tres lugares. Sus calles están pavimentadas tiene hermosa iglesia y una plaza muy original y adornada de flores. Es un pueblo agrícola, que vive de la producción de olivos. Un kilo de aceitunas cuesta $ 1.000 o menos. Es muy verde y frondoso como sus alrededores. Además de napas subterráneas la “camanchaca” lo moja todo en las noches.
Hace 15 años el pueblo era muy desolado. En sus orígenes esta zona fue la tierra de indígenas camanchacos (changos) y en la colonia estuvieron los encomenderos españoles. En los tres poblados habrá, tal vez, poco más de 500 habitantes y no hay retén policial. “No es necesario, le gente es tranquila”, nos dijo en su casa el chañaralino Ivo Matulic, que luego de varios años como secretario del Juzgado de Policía Local, funcionario de Codelco, trabajador en Francia, vive sus años de jubilación plantando olivos en este lugar apacible, donde construyó una hermosa casa con su esposa, Juana Rosow.
Matulic elogió el lugar por su mágica belleza, donde no hay tiempo para pensar en los problemas mundanos del mundo globalizado. En este lugar no hay cajeros automáticos, las tarjetas de crédito no sirven para endeudarse y están los árboles, las flores, los animales, los pájaros que viven cantando y la conversación amena con los vecinos – gente de todas las edades -, tocando todos los temas inherentes a esa vida quieta, que a veces es tan buena para el alma.




2 comentarios:

  1. Un agrado saludarlo Sr. Pedro Serazzi. Mi nombre es Daniel y queria felicitarlo por su disposición y empeño por nunca dejar de darle la mano a Chañaral.Quiero confesar que desde los trece años que me encanta la poesía,y con el pasar del tiempo ese encanto esta empezando a dar frutos.En estos momentos estoy trabajando con algunas odas sencillas pero con la consistencia apasionada que me caracteriza. modestamente.Sabe, me gustaria presentarles algunos de mis trabajos,respetuosamente.sé que su experiencia y facultad me dirán un presagio.
    Gentilmente un joven, un joven de por ahí.

    Saludos.

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  2. Con mucho agrado Daniel, todo aporte es bienvenido.
    Pedro Serazzi
    Director

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